domingo, 8 de mayo de 2011

Entre el sueño y el delirio, Ava Gardner



Es extraño que una película repleta de errores, algunos de bulto, que flirtea con el ridículo en demasiados momentos, sea también un filme fascinante, con instantes mágicos e imágenes capaces de sobrevivir al alud visual de la época. La condesa descalza es uno de esos escasos títulos gracias a dos cosas: a la veracidad que Mankiewicz y Bogart han conseguido insuflairle al personaje de Harry Dawes y a la presencia magnética y perturbadora de Ava Gardner, la más bella cenicienta jamás soñada.



Harry Dawes es un director y guionista del viejo Hollywood, un contemporáneo de Gregory La Cava, uno de esos nombres que muy pocos recuerdan -la acción transcurre en 1.953, mucho antes de que los chicos de Cahiers nos convencieran de que debíamos prestar más atención a los cineastas que a las estrellas o a las empresas, que eran esos hombres sin rostro que firmaban en último lugar los verdaderos responsables del glamour de héroes e historias-



Para su suerte, una de esas memorias excepcionales es la de María Vargas, la exótica bailarina de flamenco interpretada por Ava Gardner, personaje vagamente inspirado en Rita Hayworth, que compartía con el personaje protagonista su origen español, carrera meteórica y boda con un noble. Ese Harry Dawes es, a su vez, el otro yo del propio Mankiewicz, un director siempre preocupado por las relaciones entre la realidad y su representación. En La condesa descalza se parte de la idea de que el cine aporta una mirada especial sobre todo, una mirada que embellece, pero que también corrompe. La imagen, explícita desde el título a los diálogos, pasando por multitud de planos, es la del cuento de La Cenicienta, la chica pobre que vive en un mundo de sueños, acosada por una madre bruja y el miedo a la miseria y la soledad.

En su idealización del destino también tienen cabida los príncipes que se enamoran de ella por que es la más bella del baile.Perroo el príncipe es impotente -el Hollywood de 1954 prefería castrar a los machos antes que admitir su homosexualidad- y ella, a pesar de los sueños, nunca ha podido enterrar sus orígenes gitanos, los que impiden que su cuerpo quede satisfecho con delicados besos en la mano.


La condesa descalza
Director, productor y guionista: Joseph L. Mankiewicz.


Intérpretes: Ava Gardner, Humphrey Bogart, Edmond O'Brien, Marius Goring, Rosanno Brazzi, Valentina Cortese, Elizabeth Sellars, Warren Stevens.


Año 1954








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