domingo, 8 de julio de 2012

El gran pecador


La firma del director germano Robert Siodmak siempre es un seguro de calidad, incluso en una película como esta, que no satisfizo demasiado al propio director al menos en lo que al guión se refiere.


Se trata de una adaptación de la novela del escritor ruso Fedor Dostoievsky, El Jugador, que contó con un reparto muy interesante, nada menos que Ava Gardner, Gregory Peck, Agnes Moorehead, Ethel Barrymore y Melvyn Douglas. Como verán, cinco magníficos de la escena. La música y la fotografía son excelentes. Pero, curiosamente el film no tuvo el éxito esperado. ¿Porqué? Es difícil decirlo. Tal vez el guión no mantuvo la fuerza de la novela original y probablemente eso fue lo que no acabó de convencer a Siodmak. Ó tal vez un cierto tono dulzón y acaramelado que resta crudeza a la película.


 Porque tanto de la novela, muy autobiográfica de Dostoievsky, como de la película, lo que queda como moralina ó moraleja es el peligro de la adicción al juego. La ludopatía como enfermedad de la mente. La pequeñez del jugador y su intento de rebelión ante el esquivo azar. La historia de amor tal vez reste impacto al film. Pero aun así es una película francamente interesante con un gran actor como Peck y una gran mujer, bella entre las bellas, como Ava Gardner, que además de por sus evidentes dotes femeninas me ha convencido por sus dotes interpretativas.


Y sería injusto olvidarse de las otras dos grandes damas, Barrymore y Moorehead. El papel de la segunda es breve y no muy relevante pero con todo y eso, dejan su impronta en todo lo que hacen y siempre es un lujo ver una película en la que intervengan.


Ava Gardner y Gregory Peck, dos grandes entre los grandes del cine, comenzaron sus carreras a mediados de los cuarenta. Es extraño que, contando con la presencia de ambos, esta película sea casi una absoluta desconocida. Sin embargo esconde un gran interés, ya que aborda un tema nunca antes mostrado en la gran pantalla: la ludopatía. Siodmak fue valiente al tratar esta enfermedad como tal, ya que la gran mayoría de la sociedad de la época ni siquiera sabía lo que significaba dicha palabra.
El director trata con crudeza y valentía las terribles consecuencas de quienes la sufren, sin tabúes ni rodeos.
Gregory Peck demuestra su versatilidad con una excelente interpretación dramática, y la Gardner supone el complemento perfecto, tanto por su belleza como por su solvencia ante las cámaras. El Gran Pecador es una joya injustamente olvidada.

TÍTULO ORIGINAL The Great Sinner
AÑO 1949




DIRECTOR Robert Siodmak
GUIÓN Ladislas Fodor, Christopher Isherwood (Novela: Feodor Dostoyevsky)
MÚSICA Bronislau Kaper
FOTOGRAFÍA George Folsey (B&W)
REPARTO Gregory Peck, Ava Gardner, Melvyn Douglas, Walter Huston, Agnes Moorehead, Ethel Barrymore, Frank Morgan
PRODUCTORA Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)




jueves, 5 de julio de 2012

¿ Quién era ?

El 26 de marzo de 1950, Ava Gardner salió de Nueva York rumbo a España. Así arranca el capítulo segundo de Beberse la vida. Ava Gardner en España, el libro de Marcos Ordoñez. Y en esa frase está el alma del documental La noche que no acaba, de Isaki Lacuesta, una de esas recreaciones en las que tan cómodo se siente el alma de Lacuesta.Como en Cravan vs. Cravan, el cineasta juega a la dualidad, a mostrar la belleza casi alucinatoria de la mujer que llega a Tossa de Mar a rodar Pandora y el holandés errante con los restos del naufragio que se pone delante de las cámaras en Harén, su último trabajo rodado en suelo español.
 
No somos conscientes del cambio brutal que tiene en nuestra sociedad la grabación de imágenes, que poseamos información de cada paso de nuestra vida, y más aún si eres actor", apunta Lacuesta. Es cierto: de Gardner está grabado cada suspiro; y bien que exprime el cineasta esa potencia visual. ¿Ejemplos? En dos ocasiones, la chica de Carolina del Norte encarnó a mujeres asustadas ante la visión de su amante torero cogido por un morlaco. En la vida real, Gardner también vivió ese momento. Lacuesta entra a sangre en la expresión, juega a actuación/realidad, recorre el rostro de una diosa que probablemente odiaba tanta belleza y que necesitaba sentir el amor de otros cada día.

Ava me interesaba como actriz. Mi madre me ponía mucho Mogambo. Y ser de Girona hace que crezcas oyendo leyendas de aquel rodaje en Tossa. Lacuesta se ha llevado el documental hacia sus terrenos, el ensayo visual y su tierra natal. No hay mucho Chicote ni juergas madrileñas y sí más de pérdida de inocencia en Pandora. Pérdidas de inocencia de Gardner y de los habitantes de Tossa, que ven cómo a su pueblo llegan unos americanos que están de juerga, que por primera vez ruedan fuera de su país -es el arranque de las producciones runaways-, y que ¡desayunan zumo de naranja! Aparece una mujer que fuma, bebe, decide sobre su vida sexual, la controla, es promiscua y nadie la llama puta sino que es considerada socialmente. Y todo eso hace cambie la sociedad a su alrededor". Es también el momento del adiós del ser humano y el advenimiento del icono: la persona se diluye.

Al final queda una aroma a ternura. Porque Isaki Lacuesta muestra las noches, la felicidad en la autodestrucción, los amigos que la rodearon, la noche infinita; y no tanto las mañanas de resaca, del mirarse al espejo y descubrir el marchitamiento. Como en Venus era mujer, la estatua Gardner se rebeló, decidió seguir a lo suyo, no volver a Estados Unidos. Y Hollywood y ella retroalimentan esa imagen de mujer liberal. Ha sido una muy difícil labor de reconstrucción. Tras ver todas las películas, he descubierto que es tan difícil saber quién era Arthur Cravan, del que solo quedan dos minutos de imágenes, como saber quién era la Ava Gardner real por debajo de esos millones de fotogramas en los que aparece.